Modelos alternativos de la región que suman inclusión y calidad

Por Rafael Otegui

Finlandia siempre es la estrella. Con sus altos rendimientos en las pruebas PISA y sus propuestas pedagógicas de vanguardia, el país nórdico es sinónimo de éxito educativo y referencia ineludible para hablar del tema. Sin embargo, ¿se pueden trasladar sus logros a una realidad tan distinta como la nuestra? ¿Es el único modelo que vale la pena observar?

“No es necesario mirar contextos tan lejanos, como el finlandés, para aprender lecciones de política educativa. En la región hay muchas políticas de gran escala que están logrando transformar la educación”, responde Belén Sánchez, coordinadora de proyectos del Programa de Educación de CIPPEC y autora, junto con Paula Coto, del libro “Inspiraciones alcanzables: políticas educativas destacadas en América Latina”.

Realizado en el marco del proyecto MAPEAL (Mapa de la Política Educativa en América Latina), el estudio de CIPPEC describe quince propuestas innovadoras de la región que por su impacto y originalidad vale la pena mirar de cerca. Entre las políticas destacadas figura el caso de las Redes de Tutoría de México, una experiencia de transformación pedagógica en escuelas rurales que alcanza a casi dos millones de alumnos. La iniciativa propone una nueva relación entre quienes enseñan y quienes aprenden, y promueve un aprendizaje profundo que parte del interés genuino de los chicos.

También en el ámbito rural, la investigación destaca el caso de la Escuela Nueva en Colombia, una iniciativa impulsada desde 1970 que adapta la experiencia escolar a la realidad de los alumnos, sin resignar calidad educativa. De Brasil subraya la experiencia de las Escuelas del Mañana, un programa basado en la extensión del tiempo de clases que logró reducir en un 38% el abandono escolar en las favelas de Río de Janeiro entre 2008 y 2011.

Más cerca nuestro, en Uruguay, el estudio destaca el programa Maestros Comunitarios, una iniciativa que busca mejorar la alfabetización de los alumnos de entornos vulnerables involucrando activamente a sus familias. La experiencia, que rompe la frontera entre la escuela y el hogar desde una nueva concepción pedagógica, logró reducir las tasas de repitencia en la primaria en un 18% entre 2005 y 2012.

¿Qué tienen en común estas experiencias? “Todas defienden principios muy claros: el aprendizaje dialógico, la participación de la comunidad y la valoración de la diversidad”, remarca Sánchez. Y agrega: “Son auténticas políticas de justicia educativa y plantean nuevos horizontes para la región”.

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