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Cooperadoras, un seguro para evitar sobresaltos en la escuela

Publicado en por serale

“Todas las escuelas necesitan contar con este apoyo”. La afirmación de Alejandra Méndez, directora de la Escuela Primaria N° 19, se refiere a la asociación cooperadora del establecimiento de 41 y 22. Es que en tiempos donde muchos colegios suelen ser noticia por problemas de infraestructura o por reclamos de diversa índole por parte de los padres, aquellos que cuentan con cooperadoras sólidas suelen quedar al margen de esa “lista”. Se constituyen en una suerte de puente permanente con la comunidad y, a la vez, como verdaderos diques de contención de todo tipo de problemáticas. “Son un motorcito que logra que la escuela funcione como debe, y un respaldo enorme para los directivos y docentes, que así pueden dedicarse plenamente a sus actividades específicas”, añade la máxima autoridad del centro educativo.

“Si hace falta un radiograbador, ventiladores, una alarma, insumos para la impresora, una canilla, una mano de pintura, o si un chico necesita ropa o útiles porque no se los pueden comprar en la casa, ahí está la cooperadora. Todos los emergentes, los atienden ellas”, apunta Alicia Lamboley, directora de la Escuela 25 de Ringuelet, señalando a Patricia Girardi y a Dora Bogado, presidenta y vocal de la cooperadora de la institución de Centenario y 511.

UN TEMA "CUALITATIVO"

Los números son contundentes. En la Provincia hay 17.215 cooperadoras y unas 20.000 escuelas. Y en la Región existen más de 700, casi la misma cantidad que establecimientos educativos. Pero el director provincial de Cooperación Escolar, Alberto Díaz, opinó, basándose en su larga trayectoria como cooperador de un colegio, que “si bien el número se mantuvo a través de los años, el tema de las cooperadoras no es mensurable en más o menos cantidad de asociaciones. Es más cualitativo que cuantitativo”.

En ese sentido señaló que “si yo digo que hay 17.215 cooperadoras, no estoy diciendo nada. Porque cada una es un reflejo de la comunidad en la que está inserta, por lo que pueden tener momentos de mayor o menor participación. Lo importante es su continuidad. Es una institución que se mantuvo más allá de los cambios sociales y de planes educativos, porque la escuela es la que siempre estuvo presente como referente de la sociedad en los buenos y en los malos momentos”, expresó.

En ese marco, Díaz destacó otro tipo de número. “Actualmente hay entre 120 y 130 mil cooperadores activos en la provincia de Buenos Aires (sobre 330.000 docentes)”, y resaltó que el rol de las cooperadoras está íntimamente ligado “a la impronta que le da la comisión directiva. Ese rol es tan amplio como integrantes tenga la asociación, y depende asimismo del barrio en que se encuentre la escuela. Algunas se dedican más a la problemática social del alumnado, otras a la parte edilicia. Y todas son complementarias de la acción del Estado”, indicó el funcionario.

MULTIFUNCION

Si hay una escuela donde la cooperadora cumple una doble función, esa es la Primaria 25. “No estamos en el centro y tampoco en un barrio altamente vulnerable desde el punto de vista social”, describió la directora Alicia Lamboley, para contar que “aquí los papás se ocupan de reponer un tubo fluorescente, de recargar los matafuegos y hasta de convocar a la facultad de Bellas Artes para que realice el hermoso mural que hoy embellece el frente del edificio (un “regalo” para los 125 años de la institución, que hoy ostenta 127)”, dice quien fue durante dos décadas maestra de grado y en 2012 se convirtió en directora, para agregar que “también se ocupan de que nada les falte a los chicos que lo necesitan, y de que todos puedan ir a las excursiones. Nadie se quedará afuera de una por problemas económicos”, resalta, en referencia a los 310 niños que concurren al establecimiento.

Y muchas familias los tienen, pues pese a que la cuota -siempre voluntaria- es de apenas 3 pesos, no todos la pueden pagar, comenta la presidenta de la asociación, Patricia Girardi.

Lo que Lamboley hace notar es un cambio directamente relacionado “con los tiempos que se viven. Por ejemplo, en el ‘99 había 22 integrantes, y ahora, 12. Es que muchos papás tienen dos trabajos, y las mamás que antes trabajaban dos horas por semana en casas de familia ahora lo hacen todos los días”.

Más allá de eso, realzó que “si bien es difícil, queremos recobrar el espíritu de la escuela del barrio, por ello es tan importante la tarea de los cooperadores, porque si los nenes ven que sus padres participan, acompañan, hacen cosas por el colegio, se encariñan con la institución”. “Es la segunda casa, y si en la mía yo arreglo lo que se rompe, acá tengo que hacer lo mismo por mi hijo y sus compañeritos”, enfatiza Patricia.

EX ALUMNOS, VALOR AGREGADO

Roberto Criscornio egresó de la Escuela 19 en 1947, y en su familia ya son cuatro las generaciones que pasaron por las aulas del colegio de 41 y 22. Actualmente preside, por tercer periodo consecutivo, la cooperadora. También son ex alumnos el vicepresidente Fabián Coralli y el tesorero Alberto Criscornio. “Hemos tenido la suerte de tener asociaciones que han funcionado muy bien siempre, y a lo largo de muchos años”, afirman la directora Alejandra Méndez y la vice, Patricia Vieira, quienes remarcan la importancia de contar con ex alumnos, porque “acercan a otros, representan un vínculo permanente con la comunidad, y además están casi todos los días en el colegio. Eso transmite idea de compromiso al resto”.

Esa presencia hace que no se les escape detalle alguno. El edificio de la Primaria 19, a la que acuden 850 alumnos, reluce por donde se lo mire.

Pero Alejandra y Patricia apuntan a un tema más profundo. “La cooperadora es fundamental para mantener una buena relación con los padres. Siempre aporta una idea innovadora y los papás responden, y eso ayuda a los chicos. Si el niño ve que su papá o mamá está haciendo un trabajo en la escuela, se siente acompañado. Y eso es fundamental”, dicen.

“Siempre estamos en los actos -por lo que tienen ‘muy buena’ convocatoria, apuntan las docentes- y les contamos a los padres qué hicimos y qué proyectos tenemos, de modo que siempre hay alguien que se ofrece a colaborar con algún trabajo, algo que a veces es más valioso que pagar el bono contribución” de 10 pesos por mes, comenta Roberto Criscornio.

Cada una con su sello distintivo según la comunidad en la que esté inserta, lo cierto es que allí donde hay una cooperadora comprometida, los problemas ‘se alejan’ de la escuela.

 

eldia.com

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