Caricatura ganadora en un congreso de educación

<br /> Las personas han ido perdiendo el respeto a las instituciones estatales conforme los estados se han vuelto ineficaces en dar a sus ciudadanos los beneficios mínimos que se suponía que eran su razón<br /> de ser. Y como estado y país son en la práctica uno sólo (y de hecho, la mayor parte de las veces, tan artificiales el uno como el otro), también se ha perdido el respeto por los símbolos patrios<br /> por motivos bastante similares.<br /> <br /> Habría que preguntarse qué se debe respetar y con qué se debe estar comprometido, y cual es la sociedad en la que se quiere vivir, para que el en principio tan razonable texto naranja tenga algún<br /> sentido. Porque el amontonamiento actual en el cual nos toca vivir, dónde se nos enseña desde chicos que es un todos contra todos y que los valores más bajos son los que más rinden, no se puede<br /> llamar sociedad. Una sociedad ciertas metas comunes a alcanzar mediante una asociación de voluntades, la cual sólo puede ser legítima si es libre.<br /> <br /> Hoy, las grandes entidades llamadas estados que aglutinan millones de seres humanos los mantienen sujetos a sus centros mediante la coerción, por lo cual a estas enormes aglomeraciones de gente no<br /> se las puede llamar "sociedad" porque no hay "asociados" sino más bien prisioneros que son constantemente vigilados y, llegado el caso, reprimidos. Este modelo de despilfarro y saqueo, de desorden<br /> y sufrimiento, no merece respeto y mucho menos compromiso.<br /> <br /> <br />